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Fidel Castro y siete dictadores que condecoró con la Orden ‘José Martí’

La historia de Cuba en estos sesenta y cinco años está entrelazada con la figura de Fidel Castro. Una figura polémica y llena de fracasos gigantescos, que para alcanzar sus objetivos no reparaba en gastos o alabanzas.

Una faceta poco tratada es la de sus condecoraciones a líderes que parecerían carniceros y que hoy son símbolos de la opresión y las violaciones de los derechos humanos. A todos y cada uno les reconoció, para su orgullo y vergüenza de la Patria, con una de las altas distinciones del gobierno cubano: la Orden José Martí.

Nicolae Ceaușescu, el líder comunista de Rumanía, recibió la orden en 1973. Su gobierno es ampliamente considerado dictatorial debido a su control absoluto sobre el país, su represión brutal de cualquier oposición, y su creación de un culto a la personalidad en torno a su figura y la de su esposa, Elena Ceaușescu.

Brezhnev, quien fue el líder de la Unión Soviética desde 1964 hasta su muerte en 1982, es a menudo considerado un dictador debido a la naturaleza autoritaria de su gobierno y el control total del Partido Comunista sobre la vida política y social en la Unión Soviética. Recibió la alta distinción el 1974.


Fidel y Raúl Castro junto a Saddam Hussein, 1970.

El calendario de condecoraciones creció en 1978, cuando Cuba fue visitada por un sádico del más alto nivel: Saddam Hussein, un tirano que gobernó con una brutalidad y una violencia indescriptible. Su gobierno, además, se caracterizó por la corrupción y el clientelismo. Fue recibido con los máximos honores y condecorado por el propio Fidel Castro con la Orden José Martí.

Es recordado como un sanguinario dictador cuyo gobierno estuvo marcado por la opresión, las guerras y el sufrimiento masivo de su pueblo. Este sátrapa fue ejecutado en 2003 como un criminal de lesa humanidad. Este episodio dejó una profunda huella en la historia de Irak y de todo el Medio Oriente.

En 1986, cuando Fidel visitó el reino absoluto de Kim Il Sung, llamado Corea del Norte, no podía ocurrir otra cosa: lo condecoró también con la Orden José Martí.

Todo el país, bajo su mandato, se convirtió en un gran campo de concentración. Desarrolló la ideología del aislamiento y el control absoluto del país. Es el Estado más cerrado, ciego y violento del mundo. Un delito en Corea del Norte trae consecuencias a tres generaciones. Es un crimen murmurar y si lees una Biblia, tu condena es la muerte.

Esta ideología viene siendo como un marxismo muy rudimentario, muy a lo coreano. Y los resultados son los mismos. Kim Il Sung, el Gran Líder, murió en 1994, dejando una estela de inmoralidades atroces. Los crímenes se cuentan por cientos de miles, las hambrunas y el terror hoy todavía gobiernan.

Hay que admitirlo, Fidel siempre tuvo su mirada en África, y un caso muy particular fue el de Robert Mugabe, condecorado por Fidel Castro en 1986. Este peregrino traía consigo miles de crímenes, se calculan entre 10 mil y 20 mil asesinatos en actos de represión total. Su gobierno se caracterizó por la violación de los derechos humanos y el fraude electoral.

La tortura y las detenciones arbitrarias fueron continuas y el crimen a opositores una política de Estado. Mugabe amasó una fortuna personal de más de 900 millones de dólares. Sangre y dólares se conjugan siempre en estos jerarcas del crimen y el saqueo

La condecoración de Hugo Chávez en 1999 con la Orden José Martí anunciaba el futuro criminal y la complicidad que recaería sobre Venezuela.

Chávez coincidió con el alza del precio del petróleo, que alcanzó precios desorbitantes (147 dólares el barril) en el mercado internacional. El boom hizo que Venezuela nadara en petrodólares, una fortuna que despilfarró vendiendo su proyecto del socialismo del siglo XXI.

Las medidas erróneas tomadas por su gobierno, como las nacionalizaciones, la falta de inversión y la corrupción extrema, no sirvieron para aguantar la posterior caída del petróleo por debajo de los treinta dólares, lo que hizo que la crisis regresara a Venezuela.

Al morir en 2013, Chávez dejó una economía fragmentada, una industria petrolera en decadencia y sin poder de recuperación, y decenas de muertos. Pero su bolsillo acumuló una fortuna que resulta incalculable, estimaciones la aproximan a más de cinco mil millones de dólares. Una rara manera de ser revolucionario.


Aleksandr Lukashenko ha liderado Bielorrusia desde 1994, estableciendo un régimen autoritario caracterizado por el control de los medios, elecciones manipuladas y la represión de la disidencia.

Conocido como el “último dictador de Europa”, ha mantenido su dominio mediante tácticas represivas y alianzas estratégicas para consolidar su poder. Recibió la Orden José Martí en el año 2000.



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