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El Verdadero Llamado que Debe Existir entre los cubanos: El Restablecimiento de la Constitución de 1940


Patria y Libertad: Un llamado a la unidad y a la causa democrática

Hermanos cubanos, en estos tiempos difíciles, es más urgente que nunca unirnos en torno a una causa que realmente represente los intereses de todos los cubanos, dentro y fuera de la isla. La oposición debe hablar con una sola voz, fuerte y clara, tanto en Cuba como en el exterior, pero para eso necesitamos entender bien nuestro camino.

Desde las guerras de independencia, nuestro pueblo ha arrastrado la costumbre de seguir caudillos, figuras fuertes que, desde la manigua, se alzaron como líderes. Esa misma tendencia continuó después de la fundación de la República, y nos ha traído muchos problemas. Nos hemos acostumbrado a seguir hombres en lugar de ideas, caudillos en lugar del Estado de Derecho. Esto nos ha costado caro, porque hemos perdido de vista lo más importante: cómo funciona una verdadera democracia.

En una democracia, no es un hombre el que manda, sino la ley. Y para que la ley gobierne, tiene que haber una división de poderes: el ejecutivo, el legislativo y el judicial. Esos tres poderes deben ser independientes, y quienes ocupan cargos en ellos son servidores públicos, obligados a rendir cuentas al pueblo.

Nuestra lucha no debe enfocarse en encontrar un nuevo caudillo que nos guíe, sino en restaurar la Constitución de 1940 y con ella, el Estado de Derecho. El gobierno constitucional cubano en el exilio, que se sostiene en esa constitución, es el camino jurídico que garantiza que cuando Cuba vuelva a ser libre, lo será de verdad, con todas las instituciones funcionando y con un pueblo que entiende su poder.

Buscar caudillos ahora, sin haber restablecido el orden democrático, es como repetir los golpes de Estado de Fulgencio Batista y Fidel Castro. No podemos seguir alimentando ese ciclo. Lo que los cubanos deben seguir no es a un hombre, sino al imperio de la ley, y esa ley está claramente escrita en la Constitución de 1940.

El camino hacia la libertad no pasa por seguir a otro líder fuerte, sino por construir un país donde el poder está en las leyes, no en las personas. Solo así podremos evitar los errores del pasado y construir una Cuba verdaderamente libre y democrática, donde los líderes sean servidores del pueblo y no caudillos.

¡Patria y libertad, pero con el Estado de Derecho como guía!

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